AGUSTÍN DE HIPONA, PADRE Y DOCTOR DE LA IGLESIA

  1. Aurelio Agustín de Hipona (Tagaste, 13 de noviembre del 354-Hipona, 28 de agosto del 430), fue un pastor, teólogo y filósofo cristiano. Fue obispo de Hipona, y luchó contra los maniqueos, los donatistas y los pelagianos. Fue un gran pensador del cristianismo del primer milenio y, uno de los más grandes genios de la humanidad. Padre de la Iglesia latina y, el 20 de septiembre de 1295, el papa Bonifacio VIII lo proclamó Doctor de la Iglesia.
  2. Nació el 13 de noviembre de 354 en Tagaste, Souk Ahras en la Argelia actual, Entonces província romana de Numidia, Seguramente nació en una familia bereber fuertemente romanizada.Su padre, Patricio, era un pequeño propietario pagano y su madre, santa Mónica, una mujer cristiana, madre abnegada y preocupada siempre por su hijo, Agustín. Mónica le enseñó a su hijo los principios básicos del cristianismo y, al ver cómo el joven Agustín se separaba del cristianismo, se entregó a la oración constante en medio de un gran sufrimiento. 
  3. En Tagaste, Agustín comenzó sus estudios básicos, y parece que su padre lo envió a Madaura a realizar estudios de gramática. Agustín destacó en el estudio de las letras. Mostró un gran interés por la literatura, especialmente la griega clásica y poseía gran elocuencia. En Madaura y Cartago se especializó en gramática y retórica. En Cartago, se interesò por el teatro y mostró su genio retórico y sobresalió en concursos poéticos y certámenes literarios públicos. 
  4. En medio de una agitada vida sexual, se dedicò, con gran provecho a la filosofía. A los diecinueve años, la lectura del ‘Hortensius’  de Cicerón despertó en Agustín el espíritu de investigación y se dedicó de lleno a la filosofía. Sobresalió en ella. 
  5. Durante esta época el joven Agustín conoció a una mujer con la que mantuvo una relación estable de catorce años y con la cual tuvo su hijo: Adeodato. En su búsqueda incansable por la verdad, Agustín pasó de una escuela filosófica a otra sin que encontrara en ninguna una verdadera respuesta a sus inquietudes. Finalmente abrazó el maniqueísmo, creyendo que en este sistema encontraría un modelo según el cual podría orientar su vida. Varios años siguió esta doctrina y finalmente, decepcionado, la abandonó, al considerar que era una doctrina simplista que apoyaba la pasividad del bien ante el mal.
  6. Sumido en una gran frustración personal, decidió, en 383, partir para Roma, la capital del Imperio romano. En la partida de Agustín a Roma existía una motivación intelectual y la voluntad de conocer nuevos horizontes. Su madre quiso acompañarle, pero Agustín la engañó y la dejó en tierra. En Roma enfermó de gravedad. Tras restablecerse, y gracias a su amigo y protector Símaco, prefecto de Roma, fue nombrado “magister rhetoricae” en Milán. Agustín, maniqueo y orador imperial en Milán, fue el rival en oratoria del obispo Ambrosio.
  7. En Milán, empezó a asistir como catecúmeno a las explosiones del obispo Ambrosio, quedando admirado de su predicación y de su amora los más pobres. Ambrosio le hizo conocer los escritos de Plotino y las epístolas de Pablo de Tarso. Agustín  se convirtió al cristianismo y decidió romper definitivamente con el maniqueísmo. Esta noticia llenó de gozo a su madre, que había viajado a Italia para estar con su hijo, y que se encargó de buscarle un matrimonio acorde con su estado social y dirigirle hacia el bautismo. En vez de optar por casarse con la mujer que Mónica le había buscado, decidió vivir en ascesis; decisión a la que llegó después de haber conocido los escritos neoplatónicos gracias al sacerdote Simpliciano y al filósofo Mario Victorino.
  8. El obispo Ambrosio le ofreció la clave para interpretar el Antiguo Testamento y encontrar en la Biblia la fuente de la fe. La lectura de los textos de san Pablo ayudó a Agustín a solucionar el problema de la mediación, vinculado al de la Comunión de los Santo y al de la Gracia divina. Estando Agustín en el jardín con su amigo Alipio, oyó la voz de un niño que decía: “Tolle lege: toma y lee”. Entendió que era una invitación divina. Cogió la Biblia, la abrió por las cartas de san Pablo y leyó el pasaje: “Nada de comilonas y borracheras; nada de lujurias y desenfrenos; nada de rivalidades y envidias. Revestíos más bien del Señor Jesucristo y no os preocupéis de la carne para satisfacer vuestras concupiscencias”  (Rm 13, 13-14).  Al llegar al final de esta frase se desvanecieron todas las sombras de duda.
  9. En 385, Agustín se convirtió al cristianismo. En 386, se consagró al estudio formal y metódico de las ideas del cristianismo. Renunció a su cátedra y se retiró con su madre y unos compañeros a Casiciaco, cerca de Milán, para dedicarse por completo al estudio y a la meditación. El 24 de abril de 387, a los treinta y tres años de edad, fue bautizado en Milán por el obispo Ambrosio. Ya bautizado, regresó a África, pero antes de embarcarse, su madre Mónica murió en Ostia, el puerto cerca de Roma.
  10. Cuando llegó a Tagaste, Agustín vendió todos sus bienes y el producto de la venta lo repartió entre los pobres. Se retiró con unos compañeros a vivir en una pequeña propiedad para hacer allí vida monacal. Años después, esta experiencia fue la inspiración para su famosa Regla. A pesar de su búsqueda de la soledad y el aislamiento, la fama de Agustín se extendió por todo el país.
  11. En 391 viajó a Hipona (Hippo Regius, la moderna Annaba, en Argelia) para buscar a un posible candidato a la vida monástica, pero durante una celebración litúrgica fue elegido por la comunidad para que fuese ordenado presbítero, a causa de las necesidades del obispo Valerio de Hipona. Agustín aceptó, tras resistir, esta elección, si bien con lágrimas en sus ojos. Algo parecido sucedió cuando se le consagró como obispo en el 395. Entonces abandonó el monasterio de laicos y se instaló en la casa episcopal, que transformó en un monasterio de clérigos.
  12. La actividad episcopal de Agustín fue enorme y variada. Predicó y escribió, polemizó con aquellos que iban en contra de la ortodoxia de la doctrina cristiana, asistió a concilios y resolvió los problemas más diversos que le presentaban sus fieles. Se enfrentó a maniqueos, donatistas, arrianos, pelagianos, priscilianistas, académicos, etc. Participó en los concilios regionales III de Hipona del 393, III de Cartago del 397 y IV de Cartago del 419, en los dos últimos como presidente y en los cuales se sancionó definitivamente el Canon bíblico que había sido establecido por el papa Dámaso I en Roma en el Sínodo del 382. Ya como obispo, escribió libros que lo posicionan como uno de los principales Padres de la Iglesia latinos. La vida de Agustín fue un claro ejemplo del cambio que logró con la adopción de un conjunto de creencias y valores.
  13. Agustín murió en Hipona el 28 de agosto de 430 durante el sitio al que los vándalos de Genserico sometieron la ciudad en el contexto de la invasión de la provincia romana de África. Su cuerpo, en fecha incierta, fue trasladado a Cerdeña y, hacia 725, a Pavía, a la basílica de San Pietro in Ciel d’Oro, donde reposa hoy.

Jaume González-Agàpito

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