LA MISA DOMINICAL 28/01/2024

Sugerencias de Mons. Jaume González-Agàpito para la oración y para la preparación individual
Año B, Domingo 4, 28 de enero de 2024
Ma. 18,15-20; 1 Cor 7,32-35; Mc 1, 21-28

La ley de Cristo

  1. En la sinagoga de Cafarnaún, y con ocasión de un exorcismo, la enseñanza de Jesús es reconocida como “una enseñanza completamente nueva”, en su forma y en su contenido.
  2. En su forma es hecho “con autoridad” y no como lo hacen los escribas y doctores de la ley. La prueba de la licitud de esta autoridad está en que le obedecen incluso los espíritus diabólicos.
  3. Es además una enseñanza que exige un radicalismo en la obediencia a Dios que es algo muy diferente a la dureza de la Ley que proponen los maestros de la Ley. Este radicalismo no pretende la fuga del mundo, como la practicaron por ejemplo los hombres de Qumrán. Es la propuesta de radicalidad en el mundo malo y en el trabajo y la vida cotidiana.
  4. Una vida coherente e indivisa dirigida hacia Dios y según sus mandamientos. Es lo que propone Agustí en su Regla que algunos tildaron de masa ‘cotidiana’ y poco monástica.
  5. Los mandamientos de Dios son el contenido de la predicación de Jesús. Estos mandamientos que Jesús explica a los ciudadanos de Cafarnaún y que después repetirá una y otra vez, son al mismo tiempo infinitamente simples e infinitamente exigentes.
  6. Están compendiados en la oración colecta de hoy: amar a Dios sobre todos y todas las cosas y al prójimo como a ti mismo. De esto depende toda la Ley y los profetas (cfr. Mt 7, 12). Ésta es la perfección que puede conseguir el hombre. En ella puede y debe parecerse al Padre celestial, (cfr. Mt 5, 48). Aquí sólo hay totalidad y ninguna división.
    • Dios es el Amor
  7. Benedicto XVI, en su encíclica Deus Caritas Este, nos ha señalado: “No se empieza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte en la vida y, con ello, una orientación decisiva. […] La fe cristiana, poniendo el amor en el centro, ha asumido lo que era el núcleo de la fe de Israel, dándole al mismo tiempo una nueva profundidad y amplitud.
  8. En efecto, el israelita creyente reza cada día con las palabras del Libro del Deuteronomio que, como bien sabe, compendían el núcleo de su existencia: «Escucha, Israel: El Señor nuestro Dios es sólo uno. Amarás al Señor con todo el corazón, con todo el alma, con todas las fuerzas» (6, 4-5).
    • La vida cristiana según S.. Pablo
  9. Jesús, haciendo de ambos un único precepto, ha unido este mandamiento del amor a Dios con el del amor al prójimo, contenido en el Libro del Levítico: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo» (19) (18; cfr. Mc 12, 29-31).
  10. Y, puesto que es Dios quien nos ha amado primero (cf. 1 Jn 4, 10), ahora el amor ya no es sólo un «mandamiento», sino la respuesta al don del amor, con el que viene a nuestro encuentro”.
  11. Pablo, en la segunda lectura, contempla al mismo radicalismo. Distingue dos categorías de hombres, los no casados, que se “ocupan de la causa del Dios” y los casados ​​”que se ocupan las cosas del mundo” y quieren “agradar a su mujer”.
  12. No quiere ciertamente apartar a los cristianos del matrimonio y de las actividades profanas, sino expresar lo que ve. Puede él atribuir al celibato una cierta primacía (“quisiera que todos fueran como yo” cfr. 1 Cor 7, 7), sin embargo, añade enseguida: “Pero cada uno tiene su propio don de parte de Dios”, por el que puede sin duda servir a Dios “indiviso” y amar al propio prójimo.
  13. Prójimo es un arcaísmo que significa lo más cercano: para él es la esposa o el marido. Podemos, en cada caso, preguntarnos si será más fácil en el estado del seguimiento de los consejos evangélicos o en el del portavo matrimonio cristiano. En las cartas pastorales arremeterá contra algunos que “prohíben” de casarse (1Tm 4, 3) ya que “todo lo que Dios ha hecho es bueno.”.
    • La enseñanza définitif
  14. A esta enseñanza definitiva, que lo resume todo con la máxima sencillez, ya alude a Moisés, cuando, en la primera lectura, mira adelante y contempla al profeta que ha de venir y de la que Dios dice: “Quiero ponerle en boca mis palabras”. “El Señor le hará surgir como cumplimiento de todo” lo ya iniciado en el Antiguo Testamento.
  15. A esto mismo se refería Benedicto XVI en el texto que hemos citado. A él, Jesús, habrá que prestar atención a todo, con la total radicalidad que propone Cristo.

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