La Misa dominical: Año B, domingo 15, 14 de julio de 2024
Sugestiones de Mons. Jaume González-Agàpito para la plegaria y para la preparación individual
Am 7,12-15; Ef 1, 3-14; Mc 6, 7-13
I. Llamados y rechazados.
1. El tema del “rechazo” como, clarividentemente ya hizo notar Romano Guardini en su obra El Señor, es capital en la teología cristológica del Nuevo Testamento. La “piedra rechazada” es un teologumenon aplicable al Mesías Señor.
2. Ese rechazo, es casi aplicable a todo enviado por Dios. Aquel que se cree y/o se proclama profeta, y es acogido con entusiasmo, incluso en su misma tierra, da un relumbrón de que no es trigo limpio.
3. “Si no os acogen” es la preocupación del clérigo principiante y ambicioso. También la de no pocas instituciones eclesiales de hoy. Si no me acogen miraré de “vender bien el producto”: que todo sea menos molesto, más fácil, más digerible, piensa el “savoir gaire” de los más ‘avispados’. El resultado es el lamentable espectáculo del cristianismo de hoy en occidente.
4. Amós no es acogido, sino echado del país por el poder legal. Es entonces cuando él insiste y declara que no pretende 5ser un profeta profesional, ni un alumno de profeta titular. Una llamada parecida a la hecha a los pescadores de Galilea por el Cristo Señor: ni Amós, ni ellos, desearon, ni buscaron ser llamados. Sencillamente han sido llamados y plantados en la calle: “Ve y habla a mi pueblo”.
5. Ésta es una llamada radical, no hay espacio para la reflexión personal, ni para el aquilatamiento, ni para el discernimiento, ni para la ponderación. Aquí no hay nada para escoger: es Dios quien me ha escogido. No se me deja decidir si valgo o no, si soy capaz o no, si es mi “vocación” o no: “Ve y habla a mi pueblo”. Dios es el que empuja.
6. Yo, pecador, espiritualmente imbécil, eterno principiante en el amor de Dios, ¿yo he de hablar al pueblo de Dios? Dios empuja, y Amós es exiliado a Samaría y los apóstoles son llevados ante el Senaderín. Pero es que “hay que obedecer a Dios antes que a los hombres”. Todo lo demás, incluso las grandes contrariedades, son sólo mojones de un camino que se va haciendo.
2. Llamados y provistos de lo único necesario.
7. Jesús llama también a los Doce, en el Evangelio, sin dar más explicaciones. Todo el complicado enredo individualista de la aceptación de la vocación, de los carismas y de la adecuación de Dios a mi santa voluntad, aquí no está previsto. Ni virtud, ni ciencia, ni habilidad comunicativa u oratoria, ni ningún tipo de profesionalidad son previstos, ni tenidos en cuenta.
8. Si les falta algo para el encargo que se les ha confiado, ya les será dado. De momento tienen cuanto necesitan: la autorización para anunciar el Reino de Dios con el poder para echar a los espíritus impuros. Todo ello es posible si, por detrás, anda el Espíritu Santo. Estos dones de poder, Jesús les prescribe, que no los mezclen con otros medios de apoyo personal o de propaganda: ni pan, ni dinero, ni ajuar para cambiarse adecuadamente, ni alojamiento cómodo y reservado.
9. El encargo es el anuncio, el apremio para la conversión, no el éxito personal. Si este no llega, no les ha de importar, irán a otro lugar y, luego, a otro. Vemos, luego, que los enviados (apóstoles) han conseguido un cierto éxito: el “nudo Evangelio”, esa es el arma más poderosa.
3. Destinados desde el principio.
10. El gran preludio de la Epístola a los Efesios, inserta a los “elegidos” en el universal, intemporal y eterno, plan de salvación de Dios: lo que yo soy y debo ser está fijado desde toda la eternidad, antes de la creación del mundo, en un designio de amor de Dios. Yo no he sido llamado únicamente en el tiempo, como ser individual y concreto: estoy insertado en un proyecto complejo fijado desde la eternidad. Abraza la creación, la encarnación de Cristo, la glorificación por la gracia de amor del Padre y el sello del Espíritu Santo.
11. Nadie es una isla, mi autocomprensión, no existencial, sino esencial y ontológica, está en el descubrimiento de mi inserción en un amplio horizonte, en el cual, todo es “alabanza de la gloria de la gracia” de Dios.