ORIGEN DEL CELIBATO DE LOS CLÉRIGOS

  1. Los bigams no eran admitidos en el clero, y a los clérigos, después de la ordenación al diaconado, se les prohibía contraer matrimonio bajo pena de deposición, excepto durante los períodos de licencia, prohibidos por el concilio. Ancyrán c. 10 concedido a ciertos diáconos (conc. Neo-caes. c. 1).
  2. Pero la cuestión es si existe una obligación adicional, a saber. si se puede decir que la ley del celibato es de origen apostólico.
    Desde los inicios de la iglesia no estuvieron ausentes los que siguieron el ejemplo y el consejo de Cristo de preservar la perfecta castidad (cfr. FUNK, Doctrina 12 Apost., pág. 6; Didascalia, II, 2, 3 (ed. Funk, p. 34). A su ejemplo, San Pablo le da el mismo consejo (1 Cor. 7, 7), y San Pedro declara en nombre de los demás Apóstoles: He aquí, lo hemos dejado todo y os hemos seguido” (Mt. 19, 27).
  3. No es de extrañar, entonces, que los clérigos llamados al sagrado ministerio fueran maestros y seguidores de los Apóstoles en esta materia por encima de todas las demás. De hecho, las condiciones de la época no permitían que las parejas casadas fueran admitidas entre el clero.
  4. Pero la gran estima que siempre ha tenido la virginidad en la Iglesia no quedó sin influencia en la selección del clero. Sobre el gran número de clérigos del continente a principios de siglo III, Tertuliano escribe: “¿Cuántos, pues, y cuántos en las filas eclesiásticas se consideran continentes, que prefirieron casarse con Dios, que restauraron el honor de su carne, y que ya dijeron a los fieles de aquella época que la concupiscencia de la lujuria y todo lo que no podía ser admitido en el paraíso” (De exhort. castit. c. 13, PL 2, 993).
  5. De manera similar, de la práctica de los sacerdotes del Nuevo Testamento da testimonio de los ORÍGENES al abstenerse de la práctica del matrimonio. Porque en Levítico 6, 6 se dispone que los sacerdotes del Antiguo Testamento. que en el momento del sagrado ministerio estaban obligados a la abstinencia. En otro momento podían haber procreado hijos; luego se une que habría introducido esta clase de inteligencia en los sacerdotes de la Iglesia.
  6. Es cierto que es posible que los sacerdotes engendren hijos en la Iglesia, pero en la forma en que escribe San Pablo (Gálatas 4, 19): « Hijos míos, a quienes daré a luz otra vez, hasta que Cristo sea formado en vosotros » (Cor. (1 4, 15); « Yo os he engendrado en Cristo Jesús mediante el evangelio » (Migne, PG 12, 274).
  7. A principios de siglo IV, Eusebio (+340) en “Demonstrat. evang.” (L.1, 9) explica por que, en la Nueva Aluanza, la procreación de hijos debería ser menos honrada que en el Antiguo Testamento. diciendo: “Los que han sido consagrados y están ocupados en el servicio y adoración de Dios, conviene que se abstengan de tener relaciones sexuales con sus esposas. Lis maestros y los predicadores de la palabra divina sean suficientes para todos y liberados de las ataduras de la vida y de las ansiedades y que sean más libres para mejores estudios y asuman la santa disciplina y cuidado del resto de la vida que les ha de instituir, no para uno o dos niños, sino para una multitud innumerable (Migne, PG. 22, 81). Cirilo de Jerusalén. (315-386) escribe: “El que ejerce bien el sacerdocio con Jesús debe abstenerse de mujeres” (Migne, PG).
  8. De los textos antedichos se desprende suficientemente que la práctica del celibato perfecto ya era recibida en los primeros siglos por muchos clérigos, no precisamente por la fuerza de la ley, sino mediante la servidumbre y la costumbre. La calidad de esta costumbre continuó desde la época de los Apóstoles.
  9. El celibato de los clérigos puede ser llamado de origen apostólico. Pero la costumbre universal y la estricta obligación del siglo III no se puede probar. Pero, Cirilo de Alejandría (ca. 200) escribe que también admite que el marido de una sola esposa (el Apóstol), sea sacerdote, diácono o laico, utilizando el matrimonio en este sentido (Strom. 3, 12; Migne, PG 8, 1189). Esta práctica para la Iglesia Oriental también la recibió el Concilio de Nicea (teste Socrates Hist. eccl. 1 11) (cfr. Hefele, “Conciliengeschichte”, 12 431 ss.).
  10. En la iglesia occidental la costumbre de que los clérigos se abstuvieran de la práctica del matrimonio desde el fin del siglo III, parece haber sido recibida. Se decidió prohibir a los obispos, a los presbíteros y a los diáconos, o a todos los clérigos colocados en el ministerio, abstenerse de sus cónyuges y no engendrar hijos: quien lo hiciera, era expulsado del honor del clero”.

JGA

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