LA PLEGARIA DEL CORAZÓN BUEN CAMINO PARA LA CONTEMPLACIÓN

  1. El Oriente cristiano, especialmente el monástico, tiene sus formas propias y específicas de plegaria. Formas con amplias raices en los Padres de la Iglesia. Formas que aparecirron y se desarrollaron en momentos muy específicos y decisivos de la historia de la lglesia. Los siglos XIV, XIX y XX fueron algunas de esas épocas privilegiadas. También, en el siglo XXI, ese tipo de plegaria ha enraizado en amplios medios de seglares ortodoxos y de otras confesiones cristianas. Se trata especí­ficamente de lo que se ha llamado la “oración de Jesús”� o “plegaria del corazón”.
  2. La “oración de Jesús” sólo es un aspecto del gran caudal de la tradición orante que se puede encontrar en los testimonios compilados en “La Filocalia de la Oración de Jesús”. Colección de textos extraí­dos de la “Filocalia de los Santos Népticos”. Palabra que alude a la ˜népsis”, la sobriedad, la vigilia y la vigilancia, propuestas por los “Padres del Desierto”.
    En Occidente; hay tendencia a criticar esta oración, a asimilarla a los métodos tomados de algunas religiobes orientales no cristianas como el dhikr musulmán, el yoga hindú, el nembutsu japonés. Para aislarla de su contexto eclesial y ascético cristiano: el hesicasmo.
  3. Hedicasmo es una palabra derivada del término “esychia” que, para los monjes bizantinos designaba el silencio, la paz interior, condiciones para la unión con Dios. “Esychia” es un sinónimo de la ˜paz del corazón”, muy importante en la tradición benedictina.
    También significa, en el Oriente cristiano, una colección de escritos espirituales y místicos compuedta a fines del siglo XVIII por el metropolita de Corinto, Macario, y presentada por el monje del Athos, San Nicodemo el Hagiorita.
  4. Esta importante Filocalia griega fue publicada, en 1782, en Venecia. Yo paseo una reproducción anastática de ella publicada en el siglo XX. Luego, fue traducida al eslavo, al ruso, al rumano y a otras lenguas. Esta obra fue fundamental en la importante renovación de la Iglesia ortodoxa en el siglo XIX, tanto en el ámbito griego como en el ruso y el rumano.
    Los textos compilados en “La Filocalia de la Oración de Jesús”� tienen el aparente inconveniente de aislar el método psicosomático de la “oración de Jesús”, � método sobre el cual se concentran, en su contexto eclesial, teológico y ascético los mayores y mejores defensores suyos del siglo XIX. En el siglo XX, fue importante el hecho de que se publicaron diversas traducciones integras y muchas parciales de la Filocalia.
  5. “Philo-Kalia” quiere decir “amor de la belleza”. Belleza a la vez ontológica y personal que iradia el rostro de Cristo y que atrae el amor del cristiano y de la cristiana. “El alma es atraÍda por la belleza de Cristo”, dice Teolepto de Filadelfia. Belleza de la gloria del Señor resucitado que comunica “la gracia increada”� (San Gregorio Palamás) y que transforma el hombre y la mujer que la reciben “ante la zarza ardiente”.
    La Iglesia bizantina es profundamente “philokálica”, su culto, la Divina Liturgia (Misa) y el Oficio Divino, son precisamente la realuzación “del cielo sobre la tierra” y en la existencia ˜transfigurada” del cristiano « en la Vida en Cristo » (Juan Cabasilas).
    La belleza es precisamente el Nombre divino, hecho, o mejor dicho, en Cristo. Jesús el Cristo, Hijo De Dios es un nombre divino-humano, divino-cósmico: significa la manifestación eficiente de la presencia divina en el cosmos y, sobre todo, en el hombre.
  6. Con estos textos filocálicos, llegamos a conocer « el fruto del silencio ». También entendemos qué son « Bienaventurados aquellos cuyo pensamiento se confunde con la invocación del Nombre de Jesús, y que la repetición contînua en el corazón, como el aire que se une al cuerpo y la llama a la lámpara.� Textos que están ligados, en esta forma de oraciön, a la respiración y al corazón. « Persevera en el Nombre del Señor Jesús para que tu corazón beba al Señor y el Señor beba tu corazón, para que ambos se hagan uno »�, dice una plegaria para después de recibir la Eucaristía.
  7. « La oración de Jesùs ha de ser una sola cosa con la respiración » dicen sus propagadores de los siglos XIX y XX. Este método no es algo similar al yoga, ni algo esotérico, ni una curiosidad exötica. Es el eje discreto, pero no secreto, de toda la vida eclesial del Oriente cristiano.
    Algunos monjes, llevados a un semi-eremitismo y, a veces, a una reclusión total, son movidos por una gracia especial de la oración para « consagrarse a la obra del silencio ».
  8. La oración de Jesús se sitúa, para ellos, en el seno de una ascesis metódica y rigurosa. Es el « hacerse violencia en todas las cosas a fin de convertirse en uno de esos violentos que se apoderan del Reino de Dios ».
    Esos hombres se transforman, poco a poco, en columnas de intercesión, en padres espirituales, a quienes su misma reclusión, sumergiéndolos como seres atraídos al océano de la vida trinitaria, los hace capaces de una prodigiosa “clarividencia”. « Aislados del mundo, están, verdaderamente, unidos a todos » ( Evagrio Póntico). Encerrados en un lugar estrecho y cerrado, trascienden al gran espacio de la gloria divina.
  9. La oración de Jesús puede ser practicada de una manera muy humilde, no sistemática y ha sido, muchas veces, readaptada con ese fin, Se puede­ decir que la oración de Jesús, convenientemente utilizada, se presenta al hombre de hoy que pretende « no tener tiempo de orar ». Si la practica, por poco que sea, descubrirá que tiene mucho más tiempo para orar de lo que suponía. Cuando se sube una escalera, cuando se camina por la calle, en un trabajo manual mecánico, cuando se toma un respiro en el curso de una conversación, cuando nos recogemos un instante durante un trabajo intelectual, por la noche cuando nos dirigimos a consolar a un niño que llora. « Vosotros también teneis que velar », decía uno de los grandes hombres espirituales del Athos del siglo XX, el Padre Paissios. « Nosotros, los monjes, velamos para consolar a todos los hombres, angustiados durante la noche ».

Jaume González-Agàpito

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